
Detalle de la partitura de «Tiny Star» (Eric Woolfson, 1976), canción incluida en el álbum «Tales of Mystery and Imagination».
POE Y LA MÚSICA
La importancia que para Poe reviste la música puede ser detectada de varias maneras: la elección del ritmo para sus poemas (recordemos su investigación en la «poesía sonora»), el valor del sonido (del ambiente y en el interior de los personajes) que sentimos en sus descripciones, o la gama de voces que intervienen. Pero es que también apela directamente a este arte. Sostiene el protagonista del cuento La isla del hada que, entre todo lo que la humanidad caída tiene a su alcance, solo la felicidad que se experimenta al contemplar un paisaje puede superar al placer de la música disfrutada en absoluto aislamiento.
En La caída de la Casa de Usher es donde Poe despliega con mayor soltura su fascinación por la música, marcando precisamente lo silencioso del día de otoño con el que arranca la historia. Abre con una cita en francés, que traducida dice: «Su corazón es un laúd; / tan pronto como se le toca, resuena». Pertenece a Pierre Jean de Béranger, un popular compositor de canciones satíricas que le llevaron a prisión en más de una ocasión. Estaba en contra de los Borbones, a los que dedicó parte de este Le Refus («El rechazo») y de sus Canciones morales. Debemos tener en cuenta que el Romanticismo había cambiado la percepción de la naturaleza como un monstruoso espectáculo, reivindicando su belleza, lo que unido a la enfermiza imaginación de Poe y su tendencia a exagerar convertía a sus personajes en criaturas extremadamente sensitivas. Roderick Usher «sufría mucho de una agudeza morbosa de los sentidos» y la música, a no ser que procediera de instrumentos de cuerda tocados con delicadeza, le inspiraban horror. Pero no creamos que la narración es únicamente sórdida, como en la descripción de los males de lady Madeline; hay cuadros que hasta nos parecen alegres, o al menos sosegados, sobretodo en lo relativo al sonido. «Yo escuchaba como en un sueño las extrañas improvisaciones de su conmovedora guitarra»; «la oscuridad se derramaba sobre todos los objetos del universo físico y moral, en una incesante irradiación de melancolía»; «Debían de ser [las causantes de su irritabilidad] y lo eran, tanto las notas como las palabras de sus extravagantes fantasías (pues, con frecuencia, se acompañaba con improvisaciones verbales rimadas), debían de ser el resultado de ese intenso recogimiento y concentración mental a los cuales he hecho referencia como notables solo en ciertos momentos de la más elevada y artificial excitación»; estos son algunos de los pasajes. La sensibilidad impregna a Usher, a Madeline, al narrador, a los seres vegetales. No pueden dedicarse más que a actividades como pintar o leer en voz baja. Y deslizar cantos fúnebres, largos e improvisados, los cuales quedarán conservados dolientemente en la memoria de nuestro cronista; los compara a la perversión, a la pesada broma, de la melodía del último vals de Carl Maria von Weber, quien como muchos creadores de la ópera romántica alemana era incapaz de suavizar su entusiasmo.
Lou Reed intenta trasladar estas emociones y la sensibilidad auditiva de Usher, pero de modo superficial. Parece inspirarse más bien en el libro favorito del dueño de la casa, el libro inventado por Poe que toma entre sus manos el narrador de la historia; un libro donde la lluvia cae con estrépito del fin del mundo y la tempestad aumenta hasta derrumbar la propia lectura y la mansión. En el libro se indica que el valiente protagonista «rompió, rajó y lo destrozó todo en pedazos de tal forma que el ruido de la madera seca y hueca retumbó en la selva y la llenó de alarma». El lector recibe el eco de ese mismo ruido de rajar y destrozar, interrumpe su lectura debido a la sinfonía de batir de ventanas, gritos y crujidos «de lo más insólito, bajo, aparentemente lejano, pero áspero y prolongado, la exacta réplica de lo que mi imaginación ya había evocado como el inhumano alarido del dragón tal cual fuera descrito por el novelista». Estos elementos son los que el neoyorquino emplea en su versión discográfica, pero como ambiente; prefiere centrarse en la dramatización antes que aprovechar las señales sobre la calma de los instrumentos de cuerda ante los insoportables sonidos restantes. Porque la idea general de su disco es separar al narrador en primera persona de las historias de Poe del verdadero Poe, al tiempo que se nos ofrece una lectura personal de sus historias.