Llevamos una temporada repleta de sorpresas literarias. Entre ellas, HHhH (Editorial Seix Barral, 2011), novela de curioso título (es el acrónimo de «Himmlers Hirn heisst Heydrich» –«El cerebro de Himmler se llama Heydrich» – ) y que obtuvo el año pasado el Premio Goncourt a la mejor primera novela. En ella, Laurent Binet desvela la gestación, en 1942, de la «Operación Antropoide» con el objetivo de asesinar en Praga a Reynhard Heydrich, jefe de la Gestapo e impulsor de la denominada «Solución final», el plan para exterminar a los judíos durante la II Guerra Mundial. El checo Jan Kubiš y el eslovaco Jozef Gabčík fueron los seleccionados por la Dirección de Operaciones Especiales de Churchill para llevar a cabo la misión. Tras cometer el atentado, en un primer término fallido pero que acabó con la vida de Heydrich debido a las heridas provocadas, llevó a terribles represalias, iniciándose una serie de ataques de los alemanes que alertaron al resto de naciones sobre la barbarie nazi, acelerando el proceso para acabar con Hitler.
Binet, profesor de Literatura y crítico, nos brinda la posibilidad de conocer los hechos pero, también, adentrarnos en el proceso de la creación literaria. HHhH es, en ese sentido, un libro sobre la escritura, un ensayo que desvela los secretos y las técnicas que hacen posible armar una novela de corte histórico, repleto de referencias culturales y de reflexiones acerca de lo que representa recrear la verdad sin recurrir a la ficción.
Desgraciadamente, en el corto espacio que se nos ofrece para hablar con él, no podemos abordar más que una pequeña parte de las inquietudes que despierta su obra. Pero creo que servirá para animar a conocerla.
Se hace difícil preguntarte cualquier cosa sobre la gestación del libro, porque está todo ahí, basta con leerlo.
Sí, no es fácil para los periodistas.
HHhH es un desnudo integral del escritor, con sus dudas, sus técnicas…
Asumí el riesgo. Tenía que interrumpir constantemente la acción, mostrando mi trabajo y cómo iba desarrollando la novela, pero como lector era algo que siempre me había interesado. La gente tiene interés en los making of de cine y de reportajes, ¿por qué no lo van a tener respecto a una novela? Lo que he hecho es integrar ese «cómo se hizo» a la narración. Hay muchos referentes que me gustan. ¿Conoces Looking for Richard, de Al Pacino?
Sí, sobre el montaje de una función del Ricardo III de Shakespeare.
Hay gente que me ha preguntado si yo había inventado este género, cosa que me halaga, pero ni por asomo. Hay uno muy próximo a mi obra, que es Maus, de Spiegelman, donde podemos ver al autor discutiendo con su padre sobre la memoria.
¿En qué momento te planteaste escribirla, no solo como una novelización de la «Operación Antropoide», sino también como un relato del propio proceso de escritura?
No lo había meditado previamente, pero surgió desde la primera página. Me encontré con la problemática de cómo explicar una historia totalmente verídica y pensé interesante invitar al lector a formar parte de mis reflexiones respecto a esos dilemas que fueron surgiendo.
De hecho, al principio del libro, hay una reflexión de Kundera sobre la creación de personajes y, en base a esas ideas, el libro expone de manera crítica las libertades y licencias que se permiten los autores de novela histórica.
Totalmente. He leído muchas novelas históricas que me han gustado, pero la mayoría asumen como modelo las formas marcadas por Alejandro Dumas, quien tomaba una base histórica rellenando los agujeros con la ficción. Considero que se noveliza tanto en el género histórico que quise ofrecer una alternativa. Me parece perezoso cubrir los hechos o detalles que no se conocen inventándose cosas y tergiversándolo todo, a veces con hechos totalmente imposibles.
El planteamiento, como decías antes, no es nuevo, pero sí me parece poco común que sea a través de tus reflexiones sobre la creación literaria como el lector va conformando la historia que pretendes narrar.
Me apetecía que el lector participara. Concebía el libro como una conversación con él.
El nivel de autocontrol para no intercalar ficción y buscando la veracidad habrá sido agotador. Incluso tu pareja, en un momento del libro, te reprocha que te estés inventando algún detalle.
La tentación estaba siempre presente, el libro es una lucha constante contra la novelización haciendo uso de invenciones. A veces cedo y, aunque debí eliminar esas partes imaginadas, he preferido dejarlas porque nutren la discusión sobre la novela histórica. Lectores como Natacha permiten que esos pasajes no invadan el texto, estaba alerta a cualquier libertad que pudiera escapárseme de las manos.
Todos sentimos atracción por los malvados. Como en la mayoría de historias, llegaste a Heydrich a través de los héroes. ¿Te atraía más la trama de los paracaidistas que atentaron contra el líder de la Gestapo?
Sí, el punto de partida era la «Operación Antropoide» y el acto heroico de resistencia. Entonces vi que había una historia detrás del atentado, que era la de Heydrich. No estaba previsto, pero la primera parte de la novela consistía básicamente en esto.
¿Lo que más te interesaba narrar era el asedio en la iglesia?
Las dos escenas por las que el libro se va desarrollando son las del atentado y la del asedio en la cripta. Son trescientas páginas que van preparando al lector para ellas. Se trata de escenas de acción y quería narrarlas como tales. Siento un poco de piedad por los lectores cuando pienso que tienen que esperar tanto. Lleno el libro de reflexiones hasta llegar a esos grandes momentos que son puramente narrativos.
Los diez años dedicados al libro te habrán deparado muchas sorpresas. ¿Qué fue lo que más te sorprendió de Heydrich?
Lo que más me impresionó de toda la investigación fue contemplar las huellas de la lucha que permanecen intactas en la cripta. No siento esa fascinación que decías antes hacia el mal. Más que su dimensión maléfica lo que me sorprendió de Heydrich fue su eficacia en muchos aspectos. Tiene un lado muy novelesco, era un gran violinista, practicaba la esgrima, pero su fuerte era la burocracia. Era un policía de raza. Leyendo la biografía de Joseph Fouché que escribió Zweig encontré ciertos paralelismos entre el político francés y el oficial alemán. Si Fouché hubiera estado en el Tercer Reich sería como Heydrich, al igual que si éste hubiera formado parte del imperio napoleónico tendría las mismas cualidades que Fouché.
El de documentación es un trabajo que nunca se acaba. Cuando se hace sobre hechos históricos siempre aparece información una vez publicado el libro.
Lo sé, cuando acabé me quedé con la sensación de que era una historia que no acababa. Muchos lectores me han escrito ofreciéndome información y anécdotas familiares, lo que me parece desconcertante. Un señor de Londres me escribió diciéndome que había conocido a una amante de Heydrich y que ella le había dado la acreditación con la que había ido a los Juegos Olímpicos de Berlín para acompañarle. Me da pena no poder incluir algunas cosas de las que me he enterado posteriormente pero, por otra parte, si no lo hubiera publicado no habría conseguido ese otro material facilitado por quienes lo han leído. En cualquier caso, no considero que HHhH sea el libro definitivo sobre este episodio de la Historia, aparecerán muchos más, espero.
Comentas en algún pasaje sobre las novelas históricas que no te gustan los diálogos. ¿Has procurado no incluir muchos en HHhH por eso, o es que tampoco te gusta escribirlos?
Es un asunto complicado. Considero que es lo más difícil para un novelista y me resulta casi imposible encontrar buenos diálogos. Yo mismo soy incapaz de hacerlos. Sin embargo mi próxima novela será muy dialogada, así que tendré que empezar a aprender. Me gusta mucho cómo los escribe Bret Easton Ellis, son magníficos. Lo he releído para intentar encontrar el secreto y no lo he conseguido. Llegué a preguntárselo en una entrevista pero no quiso revelarlo.
Quizás debería escribir un libro como el tuyo.
No creo que lo haga [se ríe]. Para mi novela, los diálogos eran una forma de recreación a la que me negaba, prefería mostrar la documentación en bruto. Incluso incluir un testimonio que se explique mediante diálogo me parece artificial porque, aun estando su declaración grabada en audio o vídeo, siempre se recrea y se cambian detalles…
Fotografía de Laurent Binet: © ENFINBREF/Seix Barral.
* HHhH. Laurent Binet.
Traducción de Adolfo García Ortega.
Editorial Seix Barral (Barcelona, 2011).