Jorge Herralde

2009 ha sido el año de la edi­to­rial Ana­gra­ma. Sus cua­ren­ta años de his­to­ria han dado oca­sión para cele­brar el ani­ver­sa­rio de una mane­ra espe­cial, más aún tra­tán­do­se de un refe­ren­te de la edi­ción inde­pen­dien­te, una de las pocas edi­to­ria­les de lar­ga tra­yec­to­ria que per­ma­ne­cen libres de las garras de los gran­des gru­pos dedi­ca­dos a con­cen­trar sellos.

A lo lar­go de este año, Jor­ge Herral­de, que sigue al pie del cañón, ha dado más de un cen­te­nar de entre­vis­tas en las que se ha dedi­ca­do a reme­mo­rar estas cua­tro déca­das. Difí­cil tarea la de hacer­le una bate­ría de pre­gun­tas inten­tan­do con­du­cir la con­ver­sa­ción de mane­ra dife­ren­te para no hacer­le repe­tir lo mis­mo que ya ha expli­ca­do has­ta la exte­nua­ción («Podrías inven­tar­te la entre­vis­ta, con todo lo que ya se ha publi­ca­do», me dice). Por ello, a pesar de lle­var la lec­ción pre­pa­ra­da, siem­pre car­ga­do con algu­nos apun­tes para no deri­var­la hacia pasa­jes del pasa­do y refe­ren­cias his­tó­ri­cas har­to cono­ci­das, pre­fie­ro que flu­yan los temas, repa­sar con el edi­tor lo que ha repre­sen­ta­do 2009, son­sa­car­le cosas sobre el mun­do de la edi­ción y, cla­ro, mirar hacia el futu­ro de Ana­gra­ma con las nove­da­des que amplia­rán el ya com­ple­to catá­lo­go de más de tres mil obras que son el patri­mo­nio de una edi­to­rial impres­cin­di­ble. Y todo en ape­nas una hora. En estos casos, siem­pre que­dan cosas que pre­gun­tar o por decir. Pero lo que hay es lo que queda.

Bueno, Jor­ge. Últi­ma entre­vis­ta del año.

Ulti­mí­si­ma. Estoy abu­rri­do de hablar de Ana­gra­ma, de mí mis­mo… [reí­mos]. No estoy abu­rri­do de hablar de nues­tros auto­res ni de nues­tros libros, eso no. Pero he habla­do de muchos de estos cua­ren­ta años. Aho­ra pre­fie­ro pen­sar en los del 2010.

Eso al final. Me gus­ta­ría que nos hicie­ras un balan­ce de lo que ha sido este año tan movi­do con la cele­bra­ción del cua­ren­ta ani­ver­sa­rio de Anagrama.

Como sabes, Ana­gra­ma se dis­tin­gue por lle­var una acti­vi­dad entre movi­da y fre­né­ti­ca, con innu­me­ra­bles rue­das de pren­sa, via­jes… Este año habre­mos cele­bra­do alre­de­dor de cua­ren­ta rue­das de pren­sa con todos los auto­res espa­ño­les que hemos publi­ca­do y muchos de los extran­je­ros. Pero ese es el fre­ne­sí habi­tual de cada año.

A esto le tene­mos que aña­dir las cele­bra­cio­nes del ani­ver­sa­rio, que han sido varias. La pri­me­ra en el Ins­ti­tu­to Cer­van­tes de Nue­va York, con una mesa redon­da en la que estu­vie­ron Siri Hust­vedt, Paul Aus­ter, Fran­cis­co Gold­man, Daniel Sada y otros. Lue­go, en Bar­ce­lo­na, el 30 de sep­tiem­bre, con qui­nien­tas gran­des figu­ras y ami­gos de la edi­ción euro­pea, ade­más de auto­res de diver­sos países.

Tam­bién tuvi­mos una expo­si­ción his­tó­ri­ca en la libre­ría Ber­trand y, por últi­mo, en la Feria de Gua­da­la­ja­ra, con Richard Ford (que vino expre­sa­men­te por 24 horas para estar con noso­tros), Juan Villo­ro, John Lee Ander­son, de nue­vo Daniel Sada… En el claus­tro de Sor Jua­na Inés de la Cruz me ofre­cie­ron la Pre­sea del mis­mo nom­bre. Estu­ve en sep­tiem­bre en Méxi­co para varias acti­vi­da­des: par­ti­ci­pé en los actos del seten­ta y cin­co ani­ver­sa­rio del Fon­do de Cul­tu­ra Eco­nó­mi­ca, e inter­vi­ne en uno de los colo­quios sobre la auto­ría edi­tor-autor con una ponen­cia titu­la­da «Ale­grías y per­can­ces de la polí­ti­ca de autor», con amplia biblio­gra­fía sobre ambas cosas.

¿Había más alegrías?

Sí, bási­ca­men­te… [se ríe]. Por otra par­te, en Méxi­co se inven­ta­ron hace dos años una cosa bas­tan­te exó­ti­ca, la pri­me­ra cáte­dra dedi­ca­da a una edi­to­rial, la Cáte­dra Ana­gra­ma, en la Uni­ver­si­dad Autó­no­ma de Nue­vo León, en Mon­te­rrey, y allí estu­vi­mos para hablar de los cua­ren­ta años de Anagrama.

En fin, todo esto en el ámbi­to fes­ti­vo. En el de tra­ba­jo adi­cio­nal, por­que hemos man­te­ni­do el núme­ro de nove­da­des habi­tua­les de seten­ta y cin­co títu­los en edi­ción nor­mal y unos trein­ta y cin­co en bol­si­llo, hemos agre­ga­do una colec­ción que me hace mucha ilu­sión, que se lla­ma «Otra vuel­ta de tuer­ca», en la que res­ca­ta­mos teso­ros ocul­tos o bien reuni­mos, por pri­me­ra vez, obras de un mis­mo autor en un úni­co volu­men. Hemos edi­ta­do un catá­lo­go espe­cial muy amplio, Decons­truc­ting Ana­gra­ma; como pro­mo­ción de la edi­to­rial, una anto­lo­gía del mejor humor inglés en edi­ción no venal; tam­bién lan­za­mos una colec­ción para quios­co con RBA que reúne cien títu­los que con­for­man la Biblio­te­ca Ana­gra­ma, de la que ya vamos casi por la mitad, y en oto­ño ha empe­za­do una colec­ción quin­ce­nal con Pági­na 12, que es el perió­di­co más tren­die de Argen­ti­na, en cuyo suple­men­to cul­tu­ral fir­man Alan Pauls, Rodri­go Fre­sán, Juan Forn y otros bue­nos ami­gos y auto­res de la casa. La colec­ción se lla­ma «Los 40 de Ana­gra­ma», una selec­ción esco­gi­da entre el dia­rio y la edi­to­rial. Lle­va­mos lan­za­dos cin­co títu­los con gran éxi­to, con un pro­me­dio de vein­te mil ejem­pla­res ven­di­dos de cada obra. Se han selec­cio­na­do para la oca­sión libros de unas cien­to cin­cuen­ta pági­nas, con obras uni­ta­rias bre­ves o bien anto­lo­gías de narra­ti­va, cuen­tos, ensa­yo… El pri­me­ro fue una nove­la cor­ta de Paul Aus­ter extraí­da de su Tri­lo­gía de Nue­va York, lue­go salió una anto­lo­gía de cuen­tos de Ian McE­wan, el ter­ce­ro La pre­sa de Ken­za­bu­ro Oé, des­pués un volu­men de Jean Bau­dri­llard y el últi­mo, por aho­ra, ha sido Crí­ti­ca y fic­ción de Ricar­do Piglia. Uno de los ali­cien­tes es el pre­cio, que es, al cam­bio, de 1’80 euros.

Es decir que, a la car­ga de tra­ba­jo habi­tual, este año se le ha suma­do todo esto más unas cien entre­vis­tas, por lo que ya he saca­do la ban­de­ra blanca.

Y enci­ma el Barça gana las seis copas…

Sí, ha sido otra gran ale­gría, hemos vis­to gran fút­bol, arte y épi­ca en algu­nos par­ti­dos y una muy inte­li­gen­te direc­ción de Josep Guar­dio­la.

¿Por qué sacar una nue­va colec­ción de fon­do («Otra vuel­ta de tuer­ca»), cuan­do Ana­gra­ma ya man­tie­ne vivo su catálogo?

Esta colec­ción reu­ni­rá fun­da­men­tal­men­te libros de los 70 – 80 que no pasa­ron a nues­tra colec­ción de bol­si­llo «Com­pac­tos», que está en fun­cio­na­mien­to des­de 1989. El rit­mo de publi­ca­ción de bol­si­llo en los pri­me­ros tiem­pos no fue muy ele­va­do y se inclu­ye­ron los éxi­tos más obvios, con lo que que­dó una fran­ja de obras de gran cali­dad lite­ra­ria que, para sacar­las en este for­ma­to, que­da­ban dema­sia­do lejos. El bol­si­llo requie­re que sean libros vivos por­que, si no, el fra­ca­so está asegurado.

El pri­mer títu­lo que hemos inclui­do en la nue­va colec­ción es El rey de las Dos Sici­lias, de Andrzej Kus­nie­wicz, que es una de las mejo­res nove­las cen­tro­euro­peas del siglo XX. Res­ca­ta­mos, a su vez, una mara­vi­lla orien­tal, La for­ta­le­za ase­dia­da, de Qian Zhongshu; la pri­me­ra obra de Denis John­son, Ánge­les derro­ta­dos, que cuan­do salió publi­ca­da era un per­fec­to des­co­no­ci­do y se ha con­ver­ti­do en uno de los gran­des de la lite­ra­tu­ra nor­te­ame­ri­ca­na. De Fritz Zorn, Bajo el signo de Mar­te, una pie­za estre­me­ce­do­ra y magis­tral. Al mis­mo tiem­po, tene­mos lo que podría­mos lla­mar «Ómni­bus laten­te», es decir, títu­los de un mis­mo autor reu­ni­dos por pri­me­ra vez en un volu­men. Con esa idea lan­za­mos las cin­co nove­las de Patri­cia Highs­mith pro­ta­go­ni­za­das por Tom Ripley, que esta­ban todas en bol­si­llo, pero me pare­ció intere­san­te para el super­fan ofre­cér­se­las en un tomo. Tam­bién la pen­ta­lo­gía auto­bio­grá­fi­ca de Tho­mas Bernhard, que tenía­mos dis­po­ni­ble en edi­ción nor­mal, ha sido reu­ni­da en un volu­men con pró­lo­go de Miguel Sáenz, su tra­duc­tor. Aho­ra edi­ta­re­mos los dos úni­cos libros de Jane Bow­les: Su nove­la Dos damas muy serias, que tenía­mos en bol­si­llo, y un libro de cuen­tos titu­la­do Pla­ce­res sen­ci­llos, que esta­ba ago­ta­do des­de hace años. Tam­bién reu­ni­re­mos las dos sáti­ras diver­ti­dí­si­mas y finí­si­mas de Tom Wol­fe sobre la pin­tu­ra y arqui­tec­tu­ra con­tem­po­rá­neas (La pala­bra pin­ta­da y ¿Quién teme al Bauhaus feroz?). Esas son, en resu­mi­das cuen­tas, las dos ver­tien­tes en que se move­rá la colec­ción: Recu­pe­ra­ción de libros que ya no esta­ban dis­po­ni­bles y anto­lo­gías por auto­res. Y avan­zo que a final de 2010 entre­ga­re­mos los «Ómni­bus Jee­ves», las obras del per­so­na­je crea­do por P. J. Woodhou­se, que publi­ca­re­mos como rega­lo navi­de­ño del 2010.

Bue­na noti­cia para los que dis­fru­ta­mos con el humor inglés. ¿Habrá algo pare­ci­do con Tom Sharpe?

La colec­ción tie­ne muchas posi­bi­li­da­des. Por ejem­plo, pode­mos reu­nir en un tomo las dos nove­las suda­fri­ca­nas de Tom Shar­pe, o los cin­co Wilt, o los Ban­di­ni de John Fan­te. Es una colec­ción pen­sa­da para las bue­nas libre­rías y los bue­nos lec­to­res. No per­si­gue gran­des best-sellers (están pre­vis­tas edi­cio­nes de entre tres y cin­co mil ejem­pla­res), pero sí para dar­les una segun­da vida a libros muy valio­sos y que, qui­zás, lue­go ten­drán una ter­ce­ra vida (El rey de las Dos Sici­lias es posi­ble que pase a bol­si­llo el año próximo).

A pesar de que Ana­gra­ma comen­zó su anda­du­ra con libros de ensa­yo, pen­sa­mien­to crí­ti­co, socio­lo­gía, polí­ti­ca…, cuan­do real­men­te adqui­rió una popu­la­ri­dad entre los lec­to­res fue al comen­zar «Pano­ra­ma de narra­ti­vas», la «pes­te ama­ri­lla», que diría José Manuel Lara.

Al prin­ci­pio de la déca­da de los 70 tenía­mos la «Serie Infor­mal» que era bási­ca­men­te de lite­ra­tu­ra, con los sone­tos de Sha­kes­pea­re, el pri­mer Tom Wol­fe, Sade… Es cier­to que se publi­ca­ban de mane­ra más espa­cia­da y no tuvie­ron tan­ta visi­bi­li­dad. Hubo, eso sí, un perío­do inter­me­dio. Lo que tuvo un valor de ban­de­rín de engan­che fue, a par­tir de 1987, la colec­ción «Con­tra­se­ñas», en la que inclui­mos a Char­les Bukows­ki, Tom Wol­fe, Hun­ter S. Thom­pson

La con­tra­cul­tu­ra.

Exac­to. Muchos lec­to­res que esta­ban ahí­tos, har­tos de polí­ti­ca, aun­que fue­ra hete­ro­do­xa y radi­cal, pasa­ron a com­prar «Con­tra­se­ñas» y muchos de ellos pasa­ron des­pués a «Pano­ra­ma de Narra­ti­vas», que fue, efec­ti­va­men­te, la que dio el giro más significativo.

¿Y cómo abor­das­te ese giro como edi­tor, cuan­do la apues­ta ini­cial era el ensayo?

For­ma par­te de una evo­lu­ción natu­ral, al menos para mi… En aquel tiem­po me pare­ció más urgen­te y me exci­ta­ban más los tex­tos de con­fron­ta­ción polí­ti­ca anti­fran­quis­ta, temas de con­tra­cul­tu­ra… Lue­go, una vez apa­ga­dos los fer­vo­res de cam­bios radi­ca­les y rup­tu­ra total, por los que muchos jóve­nes de los 60 se ilu­sio­na­ban, se impu­so el des­en­can­to no sólo en Espa­ña, sino a nivel euro­peo, con la resa­ca del mayo del 68, la de los años de plo­mo en Ita­lia, la de la izquier­da extra­par­la­men­ta­ria en Ale­ma­nia… Lo he vivi­do no úni­ca­men­te por lec­tu­ras, sino por­que varios ami­gos míos en una onda simi­lar a Ana­gra­ma como Fel­tri­ne­lli en Ita­lia, Wagen­bach en Ale­ma­nia o Chris­tian Bour­gois en Fran­cia, apo­ya­ron todos estos movi­mien­tos exci­tan­tes y, al final, opta­mos por la bue­na literatura.

Aun­que, en nues­tro caso, en la déca­da de los 80 el ensa­yo no estu­vo muy pre­sen­te, se siguió otor­gan­do el Pre­mio Ana­gra­ma de Ensa­yo y en los 90 vol­vi­mos a publi­car entre doce y quin­ce títu­los al año en la colec­ción «Argu­men­tos», sin olvi­dar «Cró­ni­cas», que nace a fina­les de los 80 y en la que publi­ca­mos varias obras al año, con el gran Rys­zard Kapuś­cińs­ki a la cabe­za, y que es una seña de iden­ti­dad de la editorial.

El perio­dis­mo siem­pre ha teni­do mucha pre­sen­cia en Ana­gra­ma, des­de aque­llos «Cua­der­nos» en los que inclui­mos Ele­men­tos para una teo­ría de los medios de comu­ni­ca­ción, de Hans Mag­nus Enzens­ber­ger, pasan­do por todo el nue­vo perio­dis­mo, el de inves­ti­ga­ción, tam­bién en los 70, en el que des­ta­có Gün­ter Wall­raff, los estu­dios teó­ri­cos de Román Gubern, los de Furio Colom­bo y tan­tos otros.

En esa evo­lu­ción habéis arras­tra­do a un nutri­do gru­po de fie­les lec­to­res, tan­to des­de los orí­ge­nes de la edi­to­rial como en las nue­vas gene­ra­cio­nes que se sien­ten iden­ti­fi­ca­das con Ana­gra­ma y que des­cu­bren libros de refe­ren­cia y nue­vos valo­res de la con­tra­cul­tu­ra como Kiko Amat, por ejem­plo. Hay una línea que se man­tie­ne des­de estos cua­ren­ta años y siem­pre te has apo­ya­do en ella bus­can­do auto­res que amplia­ran la pers­pec­ti­va para ofre­cer un catá­lo­go dife­ren­te a lo que se ofre­ce des­de otras edi­to­ria­les. En los 90, por ejem­plo, hubo una estu­pen­da cose­cha de fir­mas nacio­na­les de nue­vo cuño.

Esta era la idea, que fue­ra un catá­lo­go dife­ren­te pero que obe­de­cie­ra a una lógi­ca inter­na. Que, aun­que fue­ran títu­los de carac­te­rís­ti­cas dis­tin­tas, en cier­ta for­ma estu­vie­ran muy uni­fi­ca­dos y no sólo en narra­ti­va. Ensa­yos, repor­ta­jes… Tenía­mos agru­pa­dos algu­nos sobre cine, como los de Peter Bis­kind, que aún se están reedi­tan­do, el libro sobre Stan­ley Kubrick de Michael Herr, otro de con­ver­sa­cio­nes con John Cas­sa­ve­tes, el gran padrino del cine inde­pen­dien­te con­tem­po­rá­neo… Con­si­de­ro que hay mucha cohe­ren­cia en todo el catálogo.

Las bio­gra­fías están pre­sen­tes en Ana­gra­ma gra­cias a otra intere­san­te colección.

«Biblio­te­ca de la memo­ria». Sabía a prio­ri que las gran­des bio­gra­fías de escri­to­res o pin­to­res, al con­tra­rio que en el mun­do anglo­sa­jón, don­de tie­nen muchos lec­to­res, aquí no aca­ban de hacer­se un sitio. Y eso que la colec­ción no pudo empe­zar mejor que con la bio­gra­fía de James Joy­ce. Hemos publi­ca­do dos de Vla­di­mir Nabo­kov, una de Mar­cel Proust, pero siem­pre con resul­ta­dos media­nos. La colec­ción se ha ido abrien­do a libros de con­ver­sa­cio­nes, a otro tipo de obras que no son bio­gra­fías defi­ni­ti­vas. El últi­mo es uno muy intere­san­te de José Anto­nio Mari­naMaría Tere­sa Rodrí­guez de Cas­tro, La cons­pi­ra­ción de las lec­to­ras, que ilus­tra sobre un gru­po de muje­res ico­no­clas­tas y rebel­des que que­rían, según escri­be María Tere­sa, «ade­lan­tar el reloj de Espa­ña fren­te a tan­tos obs­tácu­los».

Este año nos habéis ofre­ci­do tam­bién una sucu­len­ta bio­gra­fía de John Lennon.

De Phi­lip Nor­man, que se hizo muy famo­so a fina­les de los 70 con la bio­gra­fía defi­ni­ti­va de The Beatles titu­la­da ¡Gri­tad!. Como hace­mos habi­tual­men­te con estas gran­des bio­gra­fías, la com­pra­mos con una sinop­sis amplia de unas vein­te pági­nas. Me pare­ció un enfo­que muy intere­san­te y con la garan­tía de su autor. Aho­ra hemos hecho lo mis­mo con una sobre Mick Jag­ger, que se titu­la Jag­ger, el satán de los subur­bios [se ríe].

¿Y cuan­do sale?

Pue­de tar­dar un año, dos, tres… Nor­man ha tar­da­do casi tres años. Son libros que nece­si­tan finan­cia­ción por par­te de la edi­to­rial que lo publi­ca ori­gi­nal­men­te y de las que com­pran los dere­chos a par­tir de una sinop­sis para tra­du­cir­los. Es la mane­ra de que el autor pue­da rea­li­zar la amplia inves­ti­ga­ción duran­te un lar­go perio­do de tiem­po. Así, por ejem­plo, Ian Gib­son pudo ofre­cer­nos La vida des­afo­ra­da de Sal­va­dor Dalí.

Defien­des a auto­res que, aun­que qui­zás no tie­nen gran éxi­to a nivel de ven­tas, repre­sen­tan una apues­ta per­so­nal. Uno de los últi­mos, tal y como comen­tas­te en la pre­sen­ta­ción de su últi­mo libro, es Pablo d’Ors.

Sí, es un vicio [se ríe].

Sano.

Más bien un vicio no impu­ne. Ya sabes lo que dijo Valéry Lar­baud: «La lec­tu­ra, este vicio impu­ne». Es un vicio que se paga pero, a veces, se giran las expec­ta­ti­vas o de repen­te sal­ta y se con­vier­te en best-seller, como el caso de Kapuś­cińs­ki que, has­ta el sex­to libro, no logró popu­la­ri­dad, o como suce­dió con Anto­nio Tabuc­chi has­ta Sos­tie­ne Perei­ra… En algu­nos casos, al ter­cer o cuar­to libro, caso de Gior­gio Man­ga­ne­lli y otros, me digo, «bueno, ya he cubier­to mi misión his­tó­ri­ca de defen­der a ultran­za a este gran escri­tor». Los intere­sa­dos ya tie­nen esos cua­tro libros y qui­zás otro edi­to­rial deci­da tomar el rele­vo, como ha suce­di­do con Man­ga­ne­lli, habién­do­se ani­ma­do Sirue­la, una exce­len­te edi­to­rial que ya ha edi­ta­do tres o cua­tro obras suyas.

Entre los nacio­na­les, en los últi­mos años, nos has des­cu­bier­to a auto­res que se han con­ver­ti­do en fenó­me­nos inclu­so para la crí­ti­ca más exi­gen­te, como David Trueba.

Ha publi­ca­do solo tres nove­las en quin­ce años, pero cla­ro, tam­bién hace pelí­cu­las. Es un autor que ha ido cre­cien­do a la par que su núme­ro de lec­to­res. Me ha ilu­sio­na­do que, ade­más de segui­do­res, tuvie­ra el Pre­mio de la Crí­ti­ca. A menu­do, triun­far en dos cam­pos es vis­to como una agre­sión para el res­to de los ciu­da­da­nos. O eres buen escri­tor o buen cineas­ta. Difí­cil­men­te se admi­te que se triun­fe en dos regis­tros dis­tin­tos. Que a True­ba la crí­ti­ca le pre­mie repre­sen­ta que se le acep­ta como un exce­len­te escri­tor. Creo que él está más satis­fe­cho por esto que por el núme­ro de lectores.

2009 tam­bién ha sido la recu­pe­ra­ción del Pre­mio Herral­de para auto­res españoles.

Duran­te sie­te años con­se­cu­ti­vos ha recaí­do en auto­res de Amé­ri­ca Lati­na. No ha sido deli­be­ra­do. Cada año el jura­do pre­mia los libros que cree mejo­res, en fun­ción de la cali­dad y aun­que pue­dan resul­tar mino­ri­ta­rios. En este sen­ti­do ha sido muy posi­ti­vo para Ana­gra­ma que se haya vis­to cla­ro que lo que se pre­mia es la cali­dad, por­que es sabi­do que, en gene­ral, a los auto­res lati­no­ame­ri­ca­nos, tan­to en Espa­ña como en otros paí­ses, les cues­ta mucho adqui­rir lec­to­res. Hay una casuís­ti­ca muy amplia, podría­mos estar horas hablan­do sobre el tema, pero la reali­dad es esta.

Que nos haya­mos empe­ci­na­do en pre­miar exce­len­tes libros, en algu­nos casos de difí­cil comer­cia­li­dad, nos da, creo, un signo de inde­pen­den­cia fren­te al mer­ca­do y de apues­ta por la cali­dad. En algu­nos casos, como El pasa­do, de Alan Pauls, aquí tuvo unas ven­tas regu­la­res, pero en Argen­ti­na ven­dió unos vein­te mil ejem­pla­res, que es todo un fenó­meno tenien­do en cuen­ta el pro­me­dio de libros que se venden.

¿Qué tie­ne Herral­de con Méxi­co? Habla­bas al prin­ci­pio de la entre­vis­ta de tu últi­ma visi­ta, pero des­de 1973, año en que haces tu pri­mer via­je al país, pare­ce que hay un afec­to espe­cial hacia esas tierras.

Y vice­ver­sa. Antes de via­jar en el 73 ya era ami­go de Ser­gio Pitol, que vivía en Bar­ce­lo­na, aun­que no le publi­ca­se. A par­tir del 77 voy casi cada año, a veces hago un par de via­jes anua­les. Hace quin­ce que voy a la Feria de Gua­da­la­ja­ra y algún verano via­jo con un ritual aho­ra carac­te­rís­ti­co: Una sema­na en el fre­ne­sí del D. F. vien­do a escri­to­res, perio­dis­tas, libre­ros, a nues­tra comer­cial… Y lue­go, diez o quin­ce días en la pla­ya, más o menos soli­ta­ria, leyen­do des­pa­cio­sa­men­te manus­cri­tos y miran­do las nubes.

Sobre­to­do ten­go allí muchí­si­mos ami­gos y, des­de que a par­tir del 2000 comen­za­mos a hacer edi­cio­nes en Méxi­co, Argen­ti­na, etc., incor­po­ré a muchos auto­res y en estos momen­tos hay un nutri­do gru­po de narra­do­res en nues­tro catá­lo­go des­ta­can­do el lla­ma­do gru­po del 50: Ser­gio Pitol, Car­los Mon­si­váis, Juan Gar­cía Pon­ce… Y otro gru­po en ple­na madu­rez crea­do­ra como Juan Villo­ro, y más juniors como Álva­ro Enri­gue, Gua­da­lu­pe Net­tel y otros. Tam­bién Méxi­co es, jun­to a Argen­ti­na, el país en el que Ana­gra­ma tie­ne los fans más desor­bi­ta­dos. Lo han demos­tra­do en muchas oca­sio­nes, han crea­do la Cáte­dra que cita­ba al prin­ci­pio, me han pre­mia­do en innu­me­ra­bles oca­sio­nes… Pasear­me por las libre­rías de D. F. es un subi­dón de edi­tor muy fuer­te, por­que tene­mos una pre­sen­cia impre­sio­nan­te y muy envi­dia­da des­de hace años.

¿Con­si­de­ras que sería difí­cil ini­ciar aho­ra un pro­yec­to como el de Ana­gra­ma tal y como se plan­teó en el 69, con esa visión de difun­dir ensa­yos polí­ti­cos y con la mis­ma tras­cen­den­cia que tuvo en ese tiempo?

Cada momen­to his­tó­ri­co es dis­tin­to, pero estoy con­ven­ci­do, si no sería idio­ta, de que van sur­gien­do edi­to­res en Espa­ña y en otros paí­ses, con posi­bi­li­da­des de hacer lo que ha hecho Ana­gra­ma o supe­rar­la, tam­bién de sucum­bir en el inten­to, como ocu­rrió con tan­tas edi­to­ria­les que sur­gie­ron en los sesenta.

Actual­men­te el mer­ca­do anda algo loco.

Por eso es muy difí­cil hacer pre­dic­cio­nes. Tal y como está el mer­ca­do, el euro, los gran­des gru­pos, el fan­tas­ma o la reali­dad del libro elec­tró­ni­co, hacer pre­dic­cio­nes es impo­si­ble. Aho­ra bien, lo que se debe tener es voca­ción, saber que hay que tra­ba­jar mucho, auto­ex­plo­tar­se y ser cohe­ren­te con el catá­lo­go y, así, per­mi­tir la iden­ti­fi­ca­ción, que es lo fun­da­men­tal para los lectores.

Aque­llo que dices de 90% de transpiración…

… y 10% ins­pi­ra­ción, sí, es una fra­se muy famo­sa de Edi­son.

Pero pue­des ahogarte…

Cla­ro, es un ofi­cio con cier­to ries­go, pero nadie le man­da a uno ser edi­tor o escri­tor, es algo que se eli­ge. Sobre­to­do en el caso del edi­tor voca­cio­nal. Yo no esta­ba des­ti­na­do a esto, por­que tenía una fami­lia indus­trial meta­lúr­gi­ca. Hay quien sigue la tra­di­ción fami­liar de la edi­ción. Algu­nos pro­si­guen pero, en gene­ral, para las segun­das gene­ra­cio­nes, es muy difí­cil, ha de ser algo que sal­ga de den­tro. Y esto se ve aún más en los libre­ros. Debe ser algo tan­to de aquí como de Ita­lia, por lo que me comen­ta­ba en cier­tas oca­sio­nes Rober­to Calas­so al hablar sobre el tema. Los libre­ros voca­cio­na­les deben ser­lo más que los edi­to­res, por­que noso­tros pode­mos tener en algún momen­to un best-seller que nos sol­ven­te la situa­ción dos o tres años, o si hay más de uno, con­so­li­dar, como en nues­tro caso, la edi­to­rial, pero el de libre­ro es un tra­ba­jo de hor­mi­gui­ta, se deben repar­tir los bene­fi­cios de esos éxi­tos entre todas las libre­rías. Y hay que tener una resis­ten­cia que las segun­das gene­ra­cio­nes no sopor­tan sal­vo en algu­nos casos excepcionales.

¿Algu­na vez has teni­do la ten­ta­ción de tirar la toa­lla, en estos cua­ren­ta años?

Mira, sólo duran­te una sema­na, al fina­les de los 70 cuan­do se unió la cri­sis de nues­tra dis­tri­bui­do­ra con una eco­no­mía pre­ca­ria pero tole­ra­ble, que al final se agu­di­zó con el des­en­can­to. Pero me dije: «Hay que seguir ade­lan­te», comen­cé la colec­ción «Pano­ra­ma de narra­ti­vas» y, en pocos años, ya hubo mucho lec­tor de Ana­gra­ma, dicho sea sin pre­ten­sio­nes, que sal­tó él mis­mo, como yo, de eta­pa. Como me decía Car­men Aiz­pi­tar­te, direc­to­ra de Cinc d’Oros, la libre­ría de los rojos por exce­len­cia en Bar­ce­lo­na: «Mis clien­tes son los que leían a Lenin y a Mao y aho­ra a Chand­ler y a Highs­mith». Embar­ga­dos por la eufo­ria a raíz del éxi­to de la colec­ción, con­vo­ca­mos el Pre­mio Herral­de, ini­cia­mos «Narrra­ti­vas his­pá­ni­cas» y así empe­zó el asen­ta­mien­to tan­to finan­cie­ro como en el ámbi­to literario.

La dis­tri­bui­do­ra sufrió un incen­dio, ¿no?

Sí, suce­dió en 1974, en ple­na lucha con­tra Fran­co, a manos de los pre­sun­tos incon­tro­la­dos de extre­ma dere­cha, una morra­lla de inde­sea­bles.

Ade­más de la cohe­ren­cia del catá­lo­go, con más de tres mil títu­los, casi podría­mos hacer una cri­ba, a tra­vés del catá­lo­go de Ana­gra­ma, de los auto­res con­tem­po­rá­neos más repre­sen­ta­ti­vos por países…

He inten­ta­do tener las ante­nas pues­tas en deter­mi­na­das lite­ra­tu­ras, espa­ño­la, lati­no­ame­ri­ca­na, cata­la­na, ingle­sa, nor­te­ame­ri­ca­na, fran­ce­sa, ita­lia­na, ale­ma­na, rusa, pola­ca, anglo-india…

¿Te resul­ta más difí­cil encon­trar a auto­res nue­vos, por estos mundos?

No, se encuen­tran a auto­res nue­vos intere­san­tes, en Espa­ña publi­ca­mos a Kiko Amat y a Ber­ta Mar­sé que son des­ta­ca­bles valo­res. De lati­nos, Ale­jan­dro Zam­bra, autor de Bon­sái, una nove­la cor­ta de la que lle­va­mos 9 tra­duc­cio­nes, des­de USA a Tur­quía; Gua­da­lu­pe Net­tel, auto­ra mexi­ca­na muy intere­san­te de quien hemos publi­ca­do dos obras; Juan Pablo Villa­lo­bos, un joven mexi­cano que vive en Bar­ce­lo­na, nos envió una nove­la cor­ta que me pare­ció estu­pen­da y será publi­ca­da en mayo. Más que cos­tar encon­trar­los, los auto­res jóve­nes han de com­pe­tir por un espa­cio edi­to­rial exiguo por­que los auto­res de la casa son tan­tos que ocu­pan mucho espa­cio. La idea es ir incor­po­ran­do nue­vos auto­res cada año, lo cual impli­ca que otros a los que hemos ido publi­can­do deban dejar el catá­lo­go. Uno expul­sa al otro, por decir­lo de algu­na manera.

Has caza­do este año a una gran pro­me­sa bri­tá­ni­ca, Daniel Davies, con su pri­me­ra nove­la, La isla de los perros.

Es de una peque­ña edi­to­rial, Serpent’s Tail, de un buen ami­go mío, que publi­ca libros muy en la línea de «Con­tra­se­ñas», lite­ra­tu­ra muy ico­no­clas­ta, sexual­men­te muy inco­rrec­ta, con pre­sen­cia de la lite­ra­tu­ra gay y les­bia­na… Vi el libro en su catá­lo­go y me pare­ció estupendo.

Por cier­to, 2009 ha sido un año muy erótico.

Sí, pero no ha sido deli­be­ra­do. Hemos publi­ca­do Zonas húme­das, de Char­lot­te Roche, un libro que pue­de ser des­agra­da­ble de leer (mejor hacer­lo en ayu­nas), pero es intere­san­te, muy a con­tra­pe­lo, carac­te­rís­ti­ca de bas­tan­tes títu­los de Anagrama.

Este final de año tam­bién ha repre­sen­ta­do el regre­so al redil de Álva­ro Pom­bo con una nove­la en la que ini­cia nue­va eta­pa, La pre­via muer­te del lugar­te­nien­te Aloof.

Sí, es bien dis­tin­to. Cues­ta comer­cial­men­te, como era pre­vi­si­ble, pero es bue­ní­si­ma, como sólo Pom­bo la pue­de escri­bir. Se ha apar­ta­do de las seño­ras de San­tan­der y del mun­do gay con una aven­tu­ra nue­va que se dis­tan­cia de cual­quier trayectoria.

Siem­pre has apos­ta­do por los cuen­tos, pero pare­ce un géne­ro difí­cil a nivel comer­cial. Has dicho en algu­na oca­sión que el que se publi­quen o no libros de cuen­tos no es cosa de los edi­to­res, sino de los lectores.

Como géne­ro me gus­ta mucho, en «Otra vuel­ta de tuer­ca» recu­pe­ra­re­mos los tres libros de cuen­tos de Rober­to Bola­ño. Duran­te algu­nas déca­das, aho­ra menos, fui­mos la edi­to­rial con mayor volú­me­nes de cuen­tos, en gene­ral con esca­sa for­tu­na comer­cial, con excep­ción de aque­llos que no son pro­pia­men­te de cuen­tos, sino de viñe­tas auto­bio­grá­fi­cas, como pue­den ser los de Pedro Juan Gutié­rrez con su pro­ta­go­nis­ta Pedro Juan, o aque­llos con un uni­ver­so tan pro­pio y cerra­do como los de Car­ver, don­de el lec­tor no ten­ga la frus­tra­ción de entrar y salir cons­tan­te­men­te de las historias.

Hablan­do de Bola­ño, ¿que­da algo iné­di­to por publicar?

De esto se ocu­pa su viu­da, con quien no ten­go rela­ción. Tra­ta­mos direc­ta­men­te con su agen­te. Hay aún tex­tos iné­di­tos, pero los desconozco.

Aho­ra sí. ¿Qué menú se está pre­pa­ran­do para 2010?

Comen­za­re­mos el año con una nue­va obra de Cathe­ri­ne Millet, Celos, libro auto­bio­grá­fi­co que no tie­ne nada que ver con el ante­rior. En este caso nos habla de sus celos con una gran cali­dad lite­ra­ria. Millet es una mujer muy inte­li­gen­te y sobre este libro se ha habla­do inclu­so de Proust, por su capa­ci­dad de ana­li­zar el fenó­meno de los celos de for­ma más recóndita.

Recu­pe­ra­mos el que nos que­da­ba de W. G. Sebald, Vér­ti­go; de Julian Bar­nes su nue­va obra Nada que temer, sobre el enve­je­ci­mien­to, su fami­lia… Muy negro y con un sen­ti­do del humor bas­tan­te tétri­co, fran­ca­men­te bueno. Hay un nue­vo Tabuc­chi, un libro de cuen­tos que se titu­la El tiem­po enve­je­ce depri­sa, que publi­ca­mos des­pués de muchos años sin haber teni­do narra­ti­va del autor.

El ori­gi­nal de Lau­ra es un tex­to inaca­ba­do de Nabo­kov; de Ray­mond Car­ver, Prin­ci­pian­tes, que tuvo en su pri­me­ra ver­sión un edi­ting muy vio­len­to por par­te de su edi­tor, Gor­don Lish, y su viu­da lo quie­re res­ti­tuir como él lo escri­bió ori­gi­nal­men­te; De Kazuo Ishi­gu­ro, uno de mis ingle­ses pre­fe­ri­dos, publi­ca­mos un volu­men de cuen­tos lar­gos que se lla­ma Noc­tur­nos. Y, cla­ro, no fal­ta­rá la obra anual de Amè­lie Nothomb, en esta oca­sión bajo el títu­lo de Ordeno y man­do. Esto sería lo más des­ta­ca­do del pri­mer semes­tre en cuan­to a traducciones..

En «Narra­ti­vas his­pá­ni­cas» ofre­ce­re­mos El Ter­cer Reich, el manus­cri­to encon­tra­do de la pri­me­ra épo­ca de Rober­to Bola­ño, de 1989, don­de nos encon­tra­mos a un Bola­ño ini­cial, pero en el que ya se anun­cia como un gran escri­tor; de Ber­ta Mar­sé su segun­do libro de cuen­tos, Fan­ta­sías ani­ma­das; J. A. Gon­zá­lez Sainz, un gran­dí­si­mo autor pero poco mediá­ti­co, fir­ma Ojos que no ven. A Gon­zá­lez Sainz le suce­de lo mis­mo que en su día a Rafael Chir­bes, que le cos­tó dar el sal­to, pero mere­ce ser descubierto.

En mar­zo, Mar­ta Sanz, con la nove­la que que­dó semi­fi­na­lis­ta del Pre­mio Herral­de, Black, black black; Sole­dad Puér­to­las pre­sen­ta­rá Com­pa­ñe­ras de via­je, un libro de cuen­tos, regis­tro en el que se mane­ja muy bien, y tam­bién lan­za­re­mos las nue­vas obras de dos argen­ti­nos gana­do­res de nues­tro pre­mio, Alan Pauls, (His­to­ria del pelo) y Mar­tín Kohan (Cuen­tas pen­dien­tes). Luis Magrin­yàCar­los Giralt Torren­te, que tam­bién gana­ron el Pre­mio Herral­de cuan­do se le daba a los espa­ño­les [se ríe], esta­rán pre­sen­tes entre las nove­da­des con Los here­de­rosTiem­po de vida, res­pec­ti­va­men­te.

En el ámbi­to de ensa­yo, Rafael Chir­bes, Jor­di Gra­cia, Gior­go Agam­ben… Y unas cró­ni­cas de Llàtzer Moix titu­la­das Arqui­tec­tu­ra mila­gro­sa, intere­san­te aná­li­sis de las obras que se han ido hacien­do en estos últi­mos años de apo­teo­sis de la arqui­tec­tu­ra-espec­tácu­lo. Es una visión bas­tan­te crítica.

¿Cen­tra­da en Barcelona?

En toda Espa­ña: Zara­go­za, Valen­cia, los inge­nios de Calatrava…

No quie­ro olvi­dar­me del nue­vo Kapuś­cińs­ki, Cris­to con un fusil al hom­bro. Y en «Otra vuel­ta de tuer­ca», como ya men­cio­né antes, Tom Wol­fe, la recu­pe­ra­ción de Copi, a quien empe­cé a publi­car en 1978, y del que hemos con­fec­cio­na­do dos tomos, uno con cua­tro tex­tos que sal­drá en mar­zo (El uru­gua­yo; La vida es un tan­go; La Inter­na­cio­nal Argen­ti­naRío de la Pla­ta) y en junio/julio, Los exi­lia­dos román­ti­cos, de E. H. Carr, el gran his­to­ria­dor de la revo­lu­ción rusa, en el que escri­be sobre Baku­nin, Her­zen, Oga­rev… a fina­les del siglo XIX. Un libro his­tó­ri­co y lite­ra­ria­men­te excep­cio­nal. En esta nue­va edi­ción inclui­rá un pró­lo­go de Pere Gim­fe­rrer que, en reali­dad, es el res­ca­te de un tex­to que escri­bió, mara­vi­lla­do, en la revis­ta Des­tino en 1969.

Otro libro que sale de nue­vo es El día del jui­cio, de Sal­va­to­re Sat­ta, que obtu­vo el Pre­mio Comis­so. Se tra­ta del libro úni­co y pós­tu­mo de un nota­rio de Cer­de­ña y lo publi­ca­re­mos acom­pa­ña­do del ensa­yo de Geor­ge Stei­ner sacó en el The New Yor­ker que fue reco­gi­do en el libro anto­ló­gi­co que publi­có Sirue­la. Y, cerran­do el semes­tre, Jonathan Coe, autor que, tam­bién, has­ta el quin­to libro tuvo pocos lec­to­res, pero que ha sal­ta­do con el últi­mo, del que lle­va­mos cin­co edi­cio­nes. Relan­za­mos el títu­lo con el que entró en nues­tro catá­lo­go, que era una sáti­ra sal­va­je y bue­ní­si­ma de la Ingla­te­rra de la That­cher (¡Menu­do repar­to!) , y le he encar­ga­do el pró­lo­go a Kiko Amat, que es un gran fan y ha escri­to mul­ti­tud de artícu­los sobre Coe.

Por últi­mo, y a modo anec­dó­ti­co: Me sor­pren­de que no ten­gas orde­na­dor en el despacho.

Ya, pero la casa está lle­na de orde­na­do­res. Yo escri­bo con bolí­gra­fo o dic­to y me lo pasan.

Lo que no quie­re decir que renun­cies a la tecnología.

No, la apro­ve­cho. El orde­na­dor ha sido uti­lí­si­mo para mis rela­cio­nes con Amé­ri­ca Lati­na, que a veces es como lan­zar una bote­lla al mar, o para ges­tio­nar la com­pra de dere­chos con otros paí­ses, ya que, en oca­sio­nes, no pode­mos espe­rar a que el libro ori­gi­nal se publi­que y la crí­ti­ca y el públi­co los ben­di­ga. Y, como sabes, tam­bién hay un trá­fi­co de manus­cri­tos ace­le­ra­dí­si­mo en el ciberespacio.

Si este 2009, con el ani­ver­sa­rio, ha sido tan movi­do, ¿qué pasa­rá en el 2019?

Ya lo comen­ta­re­mos [se ríe].

Foto­gra­fía de Jor­ge Herral­de: Maria Tere­sa Slanzi.

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