Johan Theorin

Des­de hace años los auto­res nór­di­cos per­ma­ne­cen como aban­de­ra­dos de la nue­va nove­la poli­cía­ca y, dicen, aún hay muchos iné­di­tos por des­cu­brir. El año pasa­do, sin ir más lejos, apa­re­ció, de la mano de Mon­da­do­ri, la pri­me­ra nove­la de la tetra­lo­gía «El cuar­te­to de Öland», serie de Johan Theo­rin, autor que se ha con­ver­ti­do en uno de los más fir­mes can­di­da­tos a la pos­te­ri­dad, entre otras cosas, por su refi­na­da escri­tu­ra, el liris­mo de su pro­sa y el uso de ele­men­tos poco habi­tua­les en un géne­ro reple­to de arque­ti­pos. La hora de las som­bras (Mejor Nove­la Sue­ca en 2007) y La tor­men­ta de nie­ve son las dos nove­las ambien­ta­das en Öland, isla ubi­ca­da fren­te a la cos­ta de Små­land (gra­cias, wiki­pe­dia) ya publi­ca­das en cas­te­llano y de las que lle­va ven­di­das en su país alre­de­dor de un millón y medio de ejemplares.

¿Por qué te deci­dis­te por el thri­ller?

Nun­ca ima­gi­né que me con­ver­ti­ría en un autor de nove­la negra. Pero hubo un hom­bre que se cru­zó en mi camino y me con­tó unas his­to­rias que me apa­sio­na­ron y eso se con­vir­tió en una nove­la negra. Esta per­so­na me expli­có la his­to­ria de un ase­sino que, inten­tan­do esca­par de la poli­cía, huyó has­ta Amé­ri­ca lati­na, allí pasó un buen tiem­po y al final vol­vió a su casa pero den­tro de un ataúd, apa­ren­te­men­te muer­to, a pesar de que la gen­te creía que no lo esta­ba y que per­ma­ne­cía con ellos. Esta fue la base de La hora de las som­bras, mi pri­me­ra nove­la publi­ca­da. Ante­rior­men­te había escri­to otros rela­tos que no enca­ja­ban en el per­fil de nove­la negra, pero esta sí.

¿Y la idea de comen­zar con un pro­yec­to tan ambi­cio­so como una tetra­lo­gía com­pues­ta de his­to­rias ambien­ta­das cada una en una esta­ción del año?

Empe­cé a escri­bir La hora de las som­bras y tra­ba­jan­do en ella adver­tí que esta­ba ambien­tán­do­la en el oto­ño de la isla de Öland, que es de don­de pro­ce­de la fami­lia de mi madre. La segun­da, de mane­ra natu­ral, se desa­rro­lla­ba en invierno. Me di cuen­ta de que esto me ofre­cía unos con­tras­tes intere­san­tes en las his­to­rias y deci­dí apro­ve­char­lo para crear una serie con las cua­tro esta­cio­nes. Me pare­ció intere­san­te uti­li­zar esos perio­dos de tiem­po por la fuer­za de esos con­tras­tes. El verano es muy cáli­do y hay miles de turis­tas que visi­tan la isla, mien­tras que en invierno el frío es muy rudo y la gen­te marcha.

Creo, y corrí­ge­me si me equi­vo­co, que esto for­ma par­te tam­bién de una carac­te­rís­ti­ca pro­pia y muy recien­te del géne­ro que no se daba ante­rior­men­te en los clá­si­cos, sal­vo en algu­nas excep­cio­nes: la con­cep­ción del espa­cio físi­co, la geo­gra­fía, como un per­so­na­je más. Algo que está jus­ti­fi­ca­do en tu serie al trans­cu­rrir en un esce­na­rio úni­co, Öland, y que se remar­ca con la climatología.

Es así, antes el pai­sa­je se uti­li­za­ba como un sim­ple deco­ra­do de fon­do. En mi caso me he que­ri­do cen­trar en Öland de tal mane­ra que estas his­to­rias no podrían suce­der en otro lugar ni en otro con­tex­to. Inten­to mos­trar ese pai­sa­je lo más deta­lla­da­men­te posi­ble y con todo su esplen­dor y tam­bién, cla­ro, con todo su pavor.

La hora de las sombrasTus nove­las, den­tro del géne­ro, están en un nivel dife­ren­te, al mar­gen de todo lo demás que, al menos yo, he leí­do has­ta aho­ra. Y esto suce­de por varios moti­vos. Si te pare­ce te los voy expo­nien­do y me cuen­tas. Para empe­zar, hay una vin­cu­la­ción muy fuer­te entre estos libros, tu vida per­so­nal y las expe­rien­cias de tu abue­lo Ellert.

Nun­ca he vivi­do per­ma­nen­te­men­te en Öland, pero la he visi­ta­do muy a menu­do para estar con mi fami­lia y con mi abue­lo. Cuan­do iba, tenía la sen­sa­ción máxi­ma de liber­tad. Poder jugar, no nece­si­tar que la habi­ta­ción estu­vie­ra en orden… Era un mun­do mágico.

Pero lo que refle­jas de la isla ¿sur­ge de tu memo­ria o de lo que te con­ta­ba tu abuelo?

Las dos cosas, por­que en Öland he vivi­do todo tipo de épo­cas, de cli­mas dis­tin­tos y he cono­ci­do tam­bién a per­so­nas muy vario­pin­tas. Así que, en la fic­ción, he uti­li­za­do tan­to viven­cias per­so­na­les como las his­to­rias que me expli­ca­ban mi abue­lo y sus her­ma­nos con todos los fan­tas­mas, la magia y los fenó­me­nos sobrenaturales.

Otro aspec­to que dife­ren­cia tu obra de los refe­ren­tes tra­di­cio­na­les del géne­ro es, pre­ci­sa­men­te, ese recur­so de lo para­nor­mal, los rui­dos extra­ños, la pre­sen­cia cons­tan­te del pasa­do en for­mas fan­tas­ma­gó­ri­cas… Esto podría enmar­car tu tra­ba­jo en otro géne­ro no nece­sa­ria­men­te policíaco.

Efec­ti­va­men­te y, de hecho, fue uno de mis obje­ti­vos. Creía que ya no podía apor­tar nada nue­vo a la gran can­ti­dad de nove­la poli­cía­ca sue­ca exis­ten­te, des­de Man­kell a la pare­ja Sjö­wallWah­löö. Que­ría hacer algo dife­ren­te intro­du­cien­do todos esos ele­men­tos fan­tás­ti­cos en mi escritura.

Es un jue­go peli­gro­so, ya que si la reso­lu­ción del mis­te­rio con­sis­te en atri­buir el cri­men a un fan­tas­ma, casi esta­ría­mos hablan­do de una esta­fa al lec­tor. En tu caso, en reali­dad lo que estás refle­jan­do a tra­vés de esos ele­men­tos para­nor­ma­les son los mie­dos hacia lo des­co­no­ci­do y sur­gen como res­pues­ta a las defi­cien­cias de los personajes.

Exac­to. No digo en nin­gún momen­to que los fan­tas­mas exis­tan. Dejo que el lec­tor deci­da qué papel desem­pe­ñan esos fan­tas­mas en la his­to­ria, si están en la men­te de los per­so­na­jes o son fru­to de su estrés, habi­da cuen­ta del entorno al que están some­ti­dos. En cual­quier caso, está cla­ro que los fan­tas­mas no son ase­si­nos, se des­li­zan por el extremo.

Y son mie­dos implan­ta­dos en nues­tra infan­cia, qui­zás en tu caso, a tra­vés de esas leyen­das sobre la isla.

Así es. En La tor­men­ta de nie­ve la leyen­da que da for­ma al libro es la de que los muer­tos regre­san a casa por navi­dad. En el pasa­do, espe­cial­men­te en el siglo XIX, se pre­pa­ra­ban ban­de­jas de comi­da para las per­so­nas que habían falle­ci­do ese año. De esta mane­ra com­par­tían la cena con sus fami­lias. He que­ri­do hacer una ver­sión moder­na de esa tradición.

Siga­mos con las dife­ren­cias. La de aho­ra es muy impor­tan­te: En «El cuar­te­to de Öland» el detec­ti­ve no es el pro­ta­go­nis­ta. Son las víc­ti­mas, las per­so­nas que están sufrien­do los efec­tos de los extra­ños suce­sos que narras, quie­nes ocu­pan ese lugar.

Una bue­na par­te de las nove­las poli­cía­cas se cen­tran en la caza del ase­sino. Me intere­sa­ban más las per­so­nas afec­ta­das por todo lo que suce­de y, sobre todo, qué les ocu­rre cuan­do la poli­cía ya se ha mar­cha­do o cuan­do se ha cerra­do el caso que­dán­do­se sin resol­ver. Mi inten­ción en ese aspec­to era trans­mi­tir la ges­tión del dolor y las pre­gun­tas que las per­so­nas se plantean.

Sí, es muy impor­tan­te ese refle­jo del pro­ce­so de due­lo, en espe­cial en La tor­men­ta de nie­ve. Y siem­pre Ger­lof, el que podría con­si­de­rar­se «detec­ti­ve» de tus nove­las, apa­re­ce como un sim­ple obser­va­dor, alguien que se limi­ta a plan­tear hipótesis.

Ger­lof tie­ne todo el tiem­po del mun­do, es mayor, de unos ochen­ta y pocos años, está sen­ta­do la mayor par­te del tiem­po, refle­xio­nan­do. Le gus­ta ima­gi­nar, ver, resol­ver misterios.

¿Recuer­das así a tu abue­lo o solo has uti­li­za­do algu­nas carac­te­rís­ti­cas de él para la base del personaje?

En La hora de las som­bras he inser­ta­do algu­nas fotos, una de ellas es de mi abue­lo. Era capi­tán de bar­co. Por lo que recuer­do, era más ama­ble y agra­da­ble que Ger­lof, que es muy des­con­fia­do y un poco cas­ca­rra­bias, siem­pre pien­sa que cual­quier tiem­po pasa­do fue mejor y que las cosas, actual­men­te, no son como debe­rían. Ya sabes que cuan­do escri­bes cada per­so­na­je va toman­do su pro­pia iden­ti­dad. A veces yo mis­mo actúo como Ger­lof cuan­do, por ejem­plo, voy con­du­cien­do por la isla y veo que alguien abre la ven­ta­ni­lla de su coche y tira una lata de cer­ve­za. ¡Me pone de los nervios!

Ya nos ha que­da­do cla­ro que te has ins­pi­ra­do en una per­so­na real, tu abue­lo, pero ¿hay más per­so­na­jes basa­dos en gen­te que cono­ces, habi­tan­tes de Öland…? ¿Has uti­li­za­do algún hecho verídico?

Todos los per­so­na­jes, en gene­ral, se ins­pi­ran en gen­te que he cono­ci­do. Til­da Davids­son, la agen­te de poli­cía, está ins­pi­ra­da en una chi­ca que inten­tó entrar en el cuer­po de poli­cía, se pre­sen­tó a las prue­bas pero no la acep­ta­ron por­que era de com­ple­xión peque­ña y su voz no impo­nía. Pen­sé «¿y si la hubie­ran acep­ta­do así?». Y ahí la tie­nes [se ríe]. En cuan­to a los hechos reales, los robos son muy fre­cuen­tes en Öland, en invierno espe­cial­men­te, por­que hay zonas con poca gen­te y casas vacías. Tam­bién, como se refle­ja en los libros, se cerró la comi­sa­ría de poli­cía de la isla.

Hay auto­res que, cuan­do escri­ben sobre luga­res o per­so­nas que for­man par­te de su vida, se impli­can de tal mane­ra que lle­gan a refle­xio­nar sobre sí mis­mos y su fami­lia. ¿Te ha suce­di­do algo así?

Sí, abso­lu­ta­men­te. De hecho, hablé mucho con fami­lia­res, veci­nos, me con­ta­ron his­to­rias nue­vas. Y tam­bién he cono­ci­do a gen­te y fami­lias que tuvie­ron rela­ción con mis ante­pa­sa­dos y he des­cu­bier­to cosas muy enri­que­ce­do­ras que des­co­no­cía y que me afec­tan directamente.

La tormenta de nieveMe sor­pren­de que, a pesar de los recur­sos fan­tás­ti­cos, tus nove­las sean de las más rea­lis­tas del géne­ro, por esa pro­fun­di­dad de los per­so­na­jes y por las mues­tras de dolor y de sufri­mien­to ante la pér­di­da de un ser que­ri­do. Lo nor­mal, tan­to en las nove­las como en el cine, es que mue­ra alguien y al día siguien­te es como si no hubie­ra suce­di­do nada, la fami­lia sigue con su rutina…

Gra­cias por esa apreciación.

¿Te preo­cu­pó mucho que el dra­ma resul­ta­ra lo más verí­di­co posible?

No lo comen­té antes, al hablar del ori­gen del pro­yec­to, pero viví mi pro­pio due­lo mien­tras escri­bía estos dos pri­me­ros libros y, espe­cial­men­te, con el segun­do. Mi madre esta­ba enfer­ma de cán­cer y murió cuan­do aún iba por la mitad del tra­ba­jo. La his­to­ria es inven­ta­da, cla­ro, pero los sen­ti­mien­tos de los per­so­na­jes de Joa­kim y sus hijos al morir la madre son los míos.

Ten­go enten­di­do que has tra­ba­ja­do crean­do secuen­cias de coman­dos para videojuegos…

Sí, es algo a lo que me dedi­qué hace unos diez años. La empre­sa que gene­ra­ba esa «narra­ti­va» para jue­gos de orde­na­dor ya ha cerra­do, pare­ce que era muy caro man­te­ner ese sis­te­ma. Pero fue una prác­ti­ca muy bue­na para desa­rro­llar his­to­rias de detec­ti­ves, siguien­do el ras­tro de cada hilo, de cada vía posi­ble, para que todo enca­ja­ra al final. Resul­tó una expe­rien­cia interesante.

¿Qué? Per­do­na, esto qui­zás es impor­tan­te… ¿Me estás dicien­do que uti­li­zas téc­ni­cas narra­ti­vas de video­jue­gos para escri­bir tus novelas?

No, no, no… [se ríe]. Es muy dife­ren­te. En el video­jue­go debes tener pre­sen­te todas las alter­na­ti­vas posi­bles para que el juga­dor pue­da deri­var la his­to­ria hacia muchas opcio­nes dis­tin­tas. En la nove­la es todo lineal.

¿No te han pro­pues­to ser emba­ja­dor de Öland? ¿Hacen rutas para turis­tas, apro­ve­chan­do el éxi­to de tus nove­las? Con Stieg Lars­son les fun­cio­na muy bien…

Sí, en Esto­col­mo, es cier­to lo de Lars­son. En Öland se han orga­ni­za­do pun­tual­men­te algu­nas rutas en auto­car. Lo de emba­ja­dor, de algún modo ya lo soy, has­ta aho­ra pocos cono­cían la isla. Pero no me gus­ta­ría ser­lo ofi­cial­men­te, por­que eso me obli­ga­ría a con­tar solo las cosas agra­da­bles y yo quie­ro mos­trar­la con sus pro­ble­mas y misterios.

Este tetra­lo­gía te va a ocu­par aún un tiem­po. Aca­bas de publi­car en Sue­cia la ter­ce­ra nove­la, La mar­ca de san­gre, que en Espa­ña sal­drá en mayo. ¿Ya has pen­sa­do en qué vas a hacer después?

Aho­ra estoy escri­bien­do el cuar­to, que trans­cu­rre en verano y, en para­le­lo, estoy con otra nove­la que no tie­ne nada que ver con Öland, se desa­rro­lla en una ciu­dad de la cos­ta oes­te de Suecia.

¿Y has nota­do algún cam­bio en tu esti­lo, escri­bien­do esta otra nove­la en otra geografía?

No lo sé aún, es una bue­na pre­gun­ta. Pri­me­ro debe­ría­mos saber si ten­go esti­lo narrativo.

Hom­bre, des­pués de todo lo que hemos habla­do no me digas que no tie­nes un esti­lo propio.

Vale. Bueno, yo no me lo plan­teo en tér­mi­nos de esti­lo. Escri­bo como me gus­ta y me cen­tro en el pai­sa­je, el cli­ma y lo que vive la gente.

Pero, al trans­cu­rrir en la ciu­dad, el rit­mo, el tra­ba­jo con los per­so­na­jes, sí será distinto.

En lo del rit­mo estoy de acuer­do. Me gus­ta tra­ba­jar­lo y me releo en voz alta para con­fir­mar que que­da una narra­ción flui­da. Pero no ten­go aún sufi­cien­te pers­pec­ti­va, estoy meti­do en esta nue­va aven­tu­ra y habrá que espe­rar un poco más. [Saca una Moles­ki­ne de su bol­sa y me ense­ña sus boce­tos manus­cri­tos]. Lle­vo siem­pre enci­ma este cua­derno don­de escri­bo, hago mapas y pla­nos de espa­cios cerra­dos… Así voy creando.

¿Y esa nue­va his­to­ria será el ini­cio de otra serie?

No, es una nove­la independiente.

¿Des­car­tas hacer algo más «tra­di­cio­nal» en el géne­ro, una nove­la «Clue­do»?

No. Eso ya lo hizo Agatha Chris­tie [se ríe].

Foto­gra­fía de Johan Theo­rin: Arild Vågen/wikimedia.

* La hora de las som­bras / La tor­men­ta de nie­ve. Johan Theorin.
Tra­duc­ción de Car­los del Valle.
Edi­to­rial Mon­da­do­ri (Bar­ce­lo­na, 2010/2011).

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