James Thompson

James Thom­pson (Ken­tucky, 1967) es uno de los últi­mos des­cu­bri­mien­tos de nove­la negra de ori­gen… ¡nór­di­co! Efec­ti­va­men­te, Thom­pson vive des­de hace años en Fin­lan­dia y, des­de allí, ha lan­za­do a la fama a su ins­pec­tor Kari Vaa­ra. Ánge­les en la nie­ve (Roca Edi­to­rial) nos acer­ca a la cul­tu­ra fin­lan­de­sa, ade­más de ofre­cer­nos un caso que lle­ga­rá a poner de los ner­vios a Vaa­ra. Thom­pson nos trans­mi­te quie­tud al hablar, sin duda, con­se­cuen­cia de vivir en un lugar en el que el frío ralen­ti­za la vida.

¿Qué te lle­vó a Finlandia?

La his­to­ria típi­ca: Tenía una novia fin­lan­de­sa. Nos fui­mos a vivir allí hace doce años, nos sepa­ra­mos, deci­dí que­dar­me por­que ya tenía mi vida hecha. Fin­lan­dia se había trans­for­ma­do en mi casa… Pero en nin­gún momen­to se tra­tó de una deci­sión traumática.

¿Te cos­tó tan­to adap­tar­te como a Kate, la espo­sa del ins­pec­tor Kari Vaara?

Sí, cla­ro. El idio­ma es difi­ci­lí­si­mo. Pien­sa que a los tres años de estar allí me di cuen­ta de que esta­ba man­te­nien­do mi pri­me­ra con­ver­sa­ción en fin­lan­dés, y la gen­te es muy dife­ren­te a la de cual­quier otro país occi­den­tal, es mucho más calla­da. Los fin­lan­de­ses dicen menos pero quie­ren decir más y aun así se empe­ñan en hablar muy poco. Para mí era fun­da­men­tal apren­der el idio­ma antes de poder estar inte­gra­do cul­tu­ral­men­te. Has­ta que no lo apren­dí me sen­tí abso­lu­ta­men­te per­di­do. Para los de fue­ra exis­te otra barre­ra: A los fin­lan­de­ses no les gus­tan los extranjeros.

Pero pre­ci­sa­men­te tú no tie­nes muchos pro­ble­mas con los idiomas…

Actual­men­te hablo diez y, por ejem­plo, en Espa­ña, pue­do leer y enten­der una car­ta, aun­que no hable espa­ñol. Pero el fin­lan­dés era impo­si­ble. A pesar de las difi­cul­ta­des, aho­ra me con­si­de­ro uno más y ellos mis­mos me reco­no­cen como tal. Les sor­pren­día que un nor­te­ame­ri­cano pudie­ra refle­jar tan bien su cul­tu­ra a tra­vés de una nove­la. Es curio­so que inclu­so mi edi­tor ame­ri­cano me cata­lo­ga como finlandés.

El cli­ma es otro incon­ve­nien­te para adap­tar­se. La tem­pe­ra­tu­ra, las épo­cas de luz per­ma­nen­te o de oscu­ri­dad, con esa penum­bra azu­la­da que des­cri­bes en Ánge­les en la nie­ve, en la que tan difí­cil es mover­se si no estás acos­tum­bra­do. ¿Cómo lo sobre­lle­vas cuan­do tie­nes que via­jar, aho­ra que ya estás per­fec­ta­men­te aclimatado?

Aho­ra no pue­do con el calor. Cre­cí en Ken­tucky, que es muy calu­ro­so, pero a estas altu­ras sería impo­si­ble para mí vivir allí. No pue­do estar tran­qui­lo en un cli­ma supe­rior a ‑20º. Res­pec­to a la oscu­ri­dad, es depri­men­te. Está com­pro­ba­do cien­tí­fi­ca­men­te que la oscu­ri­dad cam­bia la quí­mi­ca del cere­bro pro­du­cien­do depre­sión y ansie­dad, algo que es muy común en Fin­lan­dia. Se inten­tan crear fór­mu­las de luz para incor­po­rar­la a la coti­dia­ni­dad y así evi­tar esas reac­cio­nes. Yo lo noto pun­tual­men­te duran­te la ter­ce­ra sema­na de noviem­bre que es, pre­ci­sa­men­te, cuan­do trans­cu­rren los hechos de la novela.

Como lec­tor eres muy crí­ti­co. Has lle­ga­do a con­fe­sar que deci­dis­te escri­bir por esa situa­ción, nin­gu­na nove­la te satis­fa­cía. Aho­ra que has comen­za­do a publi­car tu obra, ¿lees las crí­ti­cas? ¿Atien­des a las opi­nio­nes de tus lectores?

Es cier­to que soy muy exi­gen­te con lo que leo. Casi todos los libros son malos [se ríe]. En cuan­to a las crí­ti­cas, he segui­do las de los exper­tos fin­lan­de­ses, que han sido dife­ren­tes a las del res­to de paí­ses don­de se ha publi­ca­do la nove­la. Tam­bién las de Esta­dos Uni­dos, por­que me intere­sa­ba saber cómo me leen allí. Con­si­de­ro que escri­bo para el públi­co nór­di­co y los ame­ri­ca­nos me valo­ran como un autor muy oscu­ro. En gene­ral les ha gus­ta­do mi fic­ción, pero la ven dema­sia­do dura. Curio­sa­men­te es lo mis­mo que dicen en Fin­lan­dia, pero en este caso la con­no­ta­ción es positiva.

En Ánge­les en la nie­ve das muchos deta­lles sobre la socie­dad fin­lan­de­sa. Uno de los más des­ta­ca­dos es la pre­sen­cia cons­tan­te del racis­mo. ¿A qué crees que es debi­do que en un alto por­cen­ta­je sean racistas?

Fin­lan­dia no tenía inmi­gran­tes. En los pri­me­ros 70 comen­za­ron a lle­gar viet­na­mi­tas, lue­go, en los 90, hubo bas­tan­tes refu­gia­dos… Pero no había casi nin­gu­na expe­rien­cia con extran­je­ros. Los que lle­ga­ban no tenían dine­ro ni edu­ca­ción. El sis­te­ma fin­lan­dés es muy gene­ro­so y les reci­bió sin pro­ble­ma, pero a la socie­dad fin­lan­de­sa no le hizo mucha gra­cia que los inmi­gran­tes, que ape­nas sabían hablar el idio­ma y no esta­ban inte­gra­dos, comen­za­ran a tener bue­nas casas, tele­vi­so­res… Y, de esta mane­ra, comen­zó el bro­te. En mi pró­xi­ma nove­la pro­fun­di­zo en el tema, es algo muy enrai­za­do des­de hace tiem­po. Pero estas situa­cio­nes se viven en todas par­tes, la gen­te tie­ne pre­jui­cios hacia lo que teme.

Si ana­li­za­mos el fenó­meno racis­ta en los paí­ses nór­di­cos, como Sue­cia, Norue­ga o Dina­mar­ca, vere­mos su rela­ción con las leyes de extran­je­ría apli­ca­das por los gobier­nos de dere­cha. Esto no es así en Fin­lan­dia, lo que demues­tra que se tra­ta de un racis­mo más silen­cio­so. Que no hayan apro­ba­do leyes al res­pec­to no sig­ni­fi­ca que no lo sientan.

angeles-en-la-nieveNo hay mucha cri­mi­na­li­dad en Fin­lan­dia. Mucho menos ase­si­nos en serie. Kari Vaa­ra se enfren­ta a un ase­si­na­to que tie­ne todos los pun­tos para aca­bar con su pacien­cia: la víc­ti­ma es una mujer, de raza negra, musul­ma­na, actriz cono­ci­da, adic­ta al sexo, ha sido muti­la­da sal­va­je­men­te, los padres de la víc­ti­ma le pre­sio­nan y, por si fue­ra poco, las pri­me­ras sos­pe­chas recaen en alguien que per­te­ne­ce al pasa­do del ins­pec­tor. ¡No se lo pones fácil! ¿Por qué te decan­tas­te por lle­gar a esos extremos?

Qui­se que el cri­men y la reac­ción ante él fue­ra de lo más natu­ral posi­ble. Con­tem­plé un ase­si­na­to que fue­ra muy difí­cil de resol­ver. Tuve la ima­gen men­tal del cuer­po de una mujer muer­ta en la nie­ve. Esa fue la idea ini­cial. Deci­dí subir el nivel de com­ple­ji­dad. ¿De qué mane­ra? Con todo lo que has cita­do: Una mujer negra, soma­lí y musul­ma­na. De esa mane­ra, la con­ver­tía auto­má­ti­ca­men­te en una víc­ti­ma del racis­mo. Tam­bién aña­dí el ele­men­to de la abla­ción, que inten­té que fue­ra muy cla­ro des­de el prin­ci­pio, pero que, sin embar­go, poca gen­te ha des­ta­ca­do y me pare­ce suma­men­te importante.

Kari Vaa­ra es un per­so­na­je muy com­ple­jo, mar­ca­do por unos hechos del pasa­do que le man­tie­ne ale­ja­do de sus padres. Está tam­bién la rela­ción con su ex mujer y la situa­ción que vive con su actual pare­ja. En la pró­xi­ma nove­la, ¿segui­rás pro­fun­di­zan­do en el personaje?

Explo­ra­ré más en el per­so­na­je de Vaa­ra. Más inclu­so que en Ánge­les en la nie­ve. Como sabes, en el final de la nove­la su situa­ción per­so­nal sufre un cam­bio dra­má­ti­co por un hecho que no vamos a des­ve­lar. Vaa­ra se sen­ti­rá cul­pa­ble por la pre­sión del caso, que no fue resuel­to lo sufi­cien­te­men­te rápi­do, lle­gan­do a pro­vo­car esa situa­ción que comen­ta­ba y su sen­ti­mien­to de cul­pa. En la siguien­te nove­la, Kate y él se tras­la­dan a Hel­sin­ki. Kari se huma­ni­za reco­no­cien­do no ser un poli­cía infa­li­ble. En Hel­sin­ki se reen­con­tra­rá con un pasa­do infe­liz y debe­rá luchar con­tra sus demo­nios inter­nos y exter­nos. Te avan­zo que será un libro más oscu­ro que el primero.

Foto­gra­fía de James Thom­pson: C. Mar­kus Schulte.

* Ánge­les en el infierno. James Thompson.
Tra­duc­ción de Jor­ge Rizzo.
Roca Edi­to­rial (Bar­ce­lo­na, 2010).

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