Gloria Fuertes es una escritora que ha alimentado sus obras con su vida, literal y literariamente. A pesar de tener el reconocimiento del público como muy pocos poetas, es un personaje insuficientemente valorado en nuestro país. Sin embargo, fuera de nuestras fronteras goza de un mayor prestigio, como demuestra el hecho de que sean numerosos los estudios sobre ella procedentes del hispanismo norteamericano.
Nada más pronunciar su nombre, nos viene a la memoria su voz ronca, su presencia amable, tantas veces imitada, y sus versos infantiles. Pero detrás de la poeta madrileña, nacida en el barrio de Lavapiés en 1917, hay una producción literaria que excede de los trabajos dirigidos a los niños. Autora de una poesía desgarradora para adultos, como el tiempo que le tocó vivir; escribió también cuentos, pequeños relatos y obras de teatro.
Fue poeta en una época en la que el país reservaba otro destino más doméstico y privado a las jóvenes. Un tiempo en el que la mujer estaba condenada a ser una figura discreta sin voz propia, a no tener autonomía ni reconocimiento por sí misma. Un período en el que todo espacio fuera del hogar estaba ocupado y controlado por la figura masculina. Un destino al que Fuertes nunca se resignó.
Poeta de una profunda sensibilidad, utilizaba un lenguaje claro y contundente, el humor y la ironía estaban presentes en su obra de tal modo que solo el desconocimiento explica que la censura no acallara su voz. Posiblemente fuese miopía del Régimen, la misma que no quiso dar el visto bueno a La ciudad y los perros de Vargas Llosa por un «vientre de ballena» pero aceptó complacido que el Nobel peruano lo cambiase a «vientre de cetáceo», la que consideró que una mujer que escribía cuentos para niños no suponía ningún peligro. Sin embargo, su poesía para adultos era social y antibelicista, crítica y profunda a pesar de la sencillez de sus palabras.
Sorprendentemente, su nombre sigue siendo una ausencia en los estudios actuales. En obras donde aparecen nóminas de poetas de aquel tiempo, el nombre de Gloria Fuertes no se encuentra con facilidad, si es que llega a aparecer. A la crítica de este país le debe parecer poco serio escribir para niños y salir en televisión. Ella misma reconocía no tener el favor de los eruditos pero sí el de los más pequeños, y ese era el que más le enorgullecía.
Empezó a escribir en publicaciones infantiles y juveniles desde muy joven. Dinamizadora de la palabra, recorrió pueblos y ciudades realizando lecturas de sus poesías y fundó una pequeña biblioteca infantil ambulante, intentando curar la enfermedad del analfabetismo que recorría España en aquel momento. Colaboró en publicaciones poéticas de la época, fundó otras y fue partícipe del movimiento postista, estética de vanguardia del momento. También creó el grupo «Versos con faldas», junto con Adelaida Lasantas, María Dolores de Pueblos y Acacia Uceta.
En Gloria Fuertes la palabra está viva y la poesía es su forma de contar su vida, su forma de contarse. Sumergirse en su obra para adultos es un acto que conlleva cierto pudor porque el lector tiene la sensación de estar entrando en un mundo privado más propio de un diario que de un poemario, en el que va a ser testigo de excepción de las Historias de Gloria. Resulta paradójico que sea una autora tan transparente y, sin embargo, mantenga una cara oculta, como la luna. Su poesía se basa en darlo todo y dejar una parte para el misterio, porque a pesar de su sencillez, de sus juegos de palabras y rimas fáciles, dista de ser una literatura simple.
En el volumen de relatos El rastro (Ediciones Torremozas, 2006), se recogen textos publicados a comienzos de los años cincuenta en la revista Chicas, la revista de los 17 años. Lejos de ser una muestra de la forma de pensar de la época, la autora hace crítica social cargada de humor, ironía e ingenio. No son sólo cuentos dirigidos a las jovencitas del momento con sus moralejas, al estilo de una Enid Blyton a la española, son textos escritos con una gran contundencia, por eso sorprende que la censura los pasara por alto. Posiblemente ayudó su estilo jocoso y sin adornos. La transparencia era una de sus armas, la palabra desnuda capaz de llegar a todos, admitiendo una lectura de entretenimiento y otra de mayor compromiso.
Los relatos están plagados de personajes cercanos y con un punto de surrealismo, de juego constante con la realidad, que viene dado por la forma en la que Gloria Fuertes usa el lenguaje y concibe la escritura. Muchos de los protagonistas son perdedores que no han tenido suerte en la vida y que parecen condenados a sufrir una sucesión de infortunios. Personas corrientes, víctimas de la sinrazón de las decisiones de unos gobernantes distantes e inhumanizados.
Aunque nos separe más de medio siglo de su escritura, hay aspectos que parecen tomados de la actualidad. Esto ocurre con el relato que da título al volumen, en el que un poeta es desahuciado porque sus versos no le dan para pagar al casero. El comienzo reúne algunas de las características que hemos citado:
Al joven que os presento ya le habían dado tres avisos. Al parecer, se iba a quedar solo en la plaza de la vida. La verdad es que no comprendía el porqué le sucedía todo aquello. Tenía los suficientes glóbulos rojos para no perecer. De pulmones andaba estupendo, tan sólo el corazón, que en vez de decir tic-tac, tic-tac, decía: «Maripili-Maripili». |
De esa forma tan poética y divertida, hace la autora una crítica al destino del joven, a la vez que denuncia el poco reconocimiento hacia los artistas y las dificultades a las que se ven expuestos. Este tema se repetirá en «Sergio Diuski», otro relato del volumen. En éste se centra en la brevedad del éxito después de toda una vida dedicada a la labor artística. Sorprende el final con un giro desgarrador y oscuro, que pocos identificarían como propio de una escritora para niños:
Treinta años no es nada, pero yo estoy tan vieja… […] Y ya llegó la hora de presentarme: soy Carmen Torres, española, la gran bailarina mundial, que murió anoche en la Ópera de París durante la Danza de la Rosa. |
La muerte y la guerra son dos temas muy presentes en su obra y que se repetirán en «El final de Marauña», en el que asistimos atónitos a la reconversión de un torero en héroe griego. La autora juega entre ambos mundos, adaptando el vocabulario a cada una de las realidades. Aprovecha la ocasión para hacer una crítica feroz a la estupidez de la guerra y a sus fatales consecuencias.
En los relatos titulados «El banco del Retiro», «Tarde de pesca» y «En primera página» trata, de una forma aparentemente más ingenua y adecuada a la moral del momento, la preocupación de las jóvenes por tener novio y casarse. Sin embargo, las protagonistas femeninas están lejos de ser un modelo a seguir pues no responden a los cánones impuestos. Son mujeres que se salen de la norma y lo hacen con mucha gracia, siguiendo los dictados de su creadora. De nuevo, la ironía, el sentido del humor y el surrealismo están presentes, convirtiendo los textos en escenas perfectas para una película de Pedro Almodóvar o de los alocados Hermanos Marx. Uno de estos momentos, con monjas incluidas, se da en «En primera página», cuando la policía llega a un colegio religioso en busca de una de las internas por considerarla cómplice de un ladrón de medio pelo:
Sor Paula sacó las sales y dijo a uno de los policías que si hacía el favor de tenérselas junto a la nariz de Sor Pilar que ella iba a buscar a la pájara.
A los pocos segundos volvía acompañada de la niña. ─¡Esta es Clara Téllez! Clara, estos señores son la poli. ─Encantado, señorita –saludó un agente-; tengo el gusto de detenerla. […] A las doce del día siguiente terminaba el interrogatorio. El jefe de Policía hizo a Clara la última pregunta. ─¿Lee usted novelas policíacas? ─Nunca –contestó. ─¿Ve con frecuencia películas de gánsters? ─Sí; sí, señor; eso, sí. ─Queda usted condenada a no volver a ver películas de ésas, en las que el protagonista es un ladrón simpático, guapote y buena persona. ─Sí, señor; así lo haré. |
El humor con el que está contada la escena no menoscaba el componente crítico hacia la censura y la autoridad, representada en los agentes policiales. Primero por el detalle de la duración del interrogatorio, propio de un período con escasas garantías democráticas y, segundo, por la referencia a lo que se permitía leer o ver en aquellos años. El texto es sencillo pero nada simple. La respuesta obediente de la joven puede resultar algo moralizadora, pero en el párrafo final queda claro que no es esa la intención de la autora:
─¡Pobre Manolo! ¡A Ocaña!… ¡Era demasiado bueno para vivir entre nosotros! ¡Era un incomprendido! […] Ya le decía yo que para empezar, no asaltara el Banco; que empezase por la huevería primero, pero ¡era tan ambicioso! ¡Tan magnífico! ¡Tan majo! |
Esa es la mujer que presenta la autora en sus relatos: una joven con personalidad propia, cuyas decisiones no siempre corresponden con lo que se espera de ella. Jovencitas libres que son criticadas por bailar descalzas en el bosque o por salir con un ladrón bastante chapucero y cuya suerte hubiese sido bien distinta si hubiese seguido los consejos de su novia. Mujeres que deciden no casarse y hacer su vida lejos de convencionalismos.
En este último caso se encuentra la joven Mariló, protagonista de «La tarde de pesca». Se trata de una jovencita bien situada económicamente, afortunada en el juego pero desafortunada en amores, como reza el dicho a los que la autora es tan aficionada. El diálogo que se establece entre ella y un joven al que conoce en su tarde de pesca es muy revelador. El muchacho le pregunta si sabe practicar ciertos deportes y si habla idiomas, Mariló contesta afirmativamente pero luego las preguntas cambian de dirección preguntándole si sabe coser, si sabe guisar y si sabe criar. Ella contesta que no y le pregunta a qué se refiere con eso de criar. Evidentemente, el joven se refiere a los hijos, «pues me estoy enamorando de usted», añade. En el siguiente encuentro, el muchacho le dice con pena que no puede casarse con ella «porque… no me deja mamá». De esta forma tan sorprendente y mordaz, cierra la autora el encuentro amoroso. Y por si al lector despistado no le quedaba claro, el relato concluye: «Mariló continuó su soltería, feliz con aquella auténtica amistad que pescó aquel atardecer. Al fin y al cabo para ella tan endiabladamente joven y rebelde, “pescar un marido” no hubiera resultado buena pesca».
Para entender la trasgresión que suponen estos detalles hay que situarse en el contexto en el que fueron publicadas estas obras. Hablamos de España a comienzos de los cincuenta, años en los que la mujer pasaba de ser propiedad de los padres a serlo del marido y su única función era la de ser madre, esposa y ama de casa.
La figura del poeta vuelve a aparecer en «Illescas (Toledo)». Eusebio Azcona es un poeta que no sabe escribir, sus versos se los dicta a su prima y los envía a una revista. Tras el reconocimiento de la crítica, decide estudiar y adaptar su poesía a los parámetros que le piden los estudiosos. Cada vez tiene más éxito pero menos frescura y ese es el lamento final: «Obedecí a los críticos y poco a poco voy escribiendo como ellos quieren, pero me voy quedando vacío de personalidad».
Con este final tan lleno de amargura, la autora de Historias de Gloria o Poeta de guardia, hace toda una declaración de principios. Para Gloria Fuertes, un poeta debía contar la vida y no las sílabas. Ella no obedeció a los críticos ni siguió sus dictados, aunque eso le supusiese quedar eliminada de las nóminas de los grandes poetas del momento. Leer su literatura es leer su vida y parte de la vida de todos aquellos que sufrieron la misma «garra de la guerra» de la que nos habla la autora madrileña. Su escritura está llena de sinceridad y de honestidad, dos valores que ella defendió a lo largo de su existencia. Una escritura vital, social y directa.
Gloria Fuertes se merece ser leída con todo el respeto y el reconocimiento, tanto su obra dirigida a los más pequeños como su poesía para adultos. Se merece estar situada junto a otros grandes nombres de nuestra literatura, testigos de su tiempo y voces para el recuerdo de las generaciones posteriores. Autora de una obra sólida que va más allá de las anécdotas televisivas, le toca ocupar su lugar en el ámbito crítico, pues en el del afecto y la simpatía nunca ha tenido rival.
Foto de Gloria Fuertes sin autoría reconocida.
* El rastro. Gloria Fuertes.
Ediciones Torremozas (Madrid, 2006).
«EL POETA EN SU VOZ»
Gloria Fuertes«LA MITAD INVISIBLE»
«Nota biográfica», de Gloria FuertesEdición del programa La mitad invisible, dirigido por Blanca Flaquer y presentado por Juan Carlos Ortega, en el que se indaga sobre Gloria Fuertes a través de su poema «Nota biográfica». Emitido en La 2 de TVE, el domingo 27 de octubre de 2012.
OBRAS DE GLORIA FUERTES
Literatura para adultos. Poesía.
. Isla ignorada. Ediciones Musa Nueva (Madrid, 1950); Ediciones Torremozas (Madrid, 1999).
. Antología y poemas del suburbio. Editorial Lírica Hispana (Caracas, 1954).
. Aconsejo beber hilo. Arquero (Madrid, 1954).
. Todo asusta. Editorial Lírica Hispana (Caracas, 1958). Primera mención del Concurso Internacional de Poesía Lírica Hispana.
. Que estás en la tierra. Seix Barral (Barcelona, 1962).
. Ni tiro, ni veneno, ni navaja. El Bardo (Barcelona, 1965).
. Poeta de guardia. El Bardo (Barcelona, 1968); Lumen (Barcelona, 1990). Accésit premio Vizcaya.
. Cómo atar los bigotes al tigre. El Bardo (Barcelona, 1969); Torremozas (Madrid, 2002).
. Antología poética (1950 – 1969), prólogo y selección de Francisco Ynduráin. Plaza & Janés (Barcelona, 1970).
. Sola en la sala. Javalambre (Zaragoza, 1973).
. Cuando amas aprendes geografía. Editorial del Curso Superior de Filología (Málaga, 1973).
. Obras incompletas. Cátedra (Madrid, 1980).
. Historia de Gloria (amor, humor y desamor). Cátedra (Madrid, 1983).
. Mujer de verso en pecho. Cátedra (Madrid, 1983).
. Pecábamos como ángeles. Ediciones Torremozas (Madrid, 1997).
. Glorierías (para que os enteréis). Ediciones Torremozas (Madrid, 2001).
. Glorierías (la voz y la palabra de Gloria Fuertes). Discoplay (Barcelona, 2001).
. Garra de la guerra. Media Vaca (Valencia, 2002).
. Es difícil ser feliz una tarde (2005).
. El Rastro (2006) Relatos.
. Se beben la luz (2008).
. Los brazos desiertos (2009).
. El caserón de la loca (2010) Cuatro obras de teatro.
. Poemas prácticos más que teóricos (2011).